Montserrat, sabiduría milenaria
El calendario señala el año 1025. El abat Oliba de Ripoll envía unos monjes de su cenobio para fundar un monasterio en la montaña de Montserrat. El día 8 de septiembre del 2024 se inicia la celebración del milenario de la comunidad benedictina que, de manera ininterrumpida, más allá de los vaivenes históricos, ha mantenido su presencia constante.
Cuando se visita el Sacro Speco de Subiaco en Italia, lugar realmente entrañable, se ve la estatua de san Benito con los brazos en alto conteniendo con su plegaria las rocas que pueden caer sobre el monasterio. La misma estatua podría estar en Montserrat con similar objetivo.
El lema benedictino de ora et labora [reza y trabaja], sin dejar de conservar su esencia, se ve enriquecido con la sabiduría milenaria de los monjes de Montserrat. No son solo dos ítems, sino que esta celebración los extiende a cinco, redactados en latín y explicados a la gente de nuestro tiempo con toda claridad y concisión: In communitate (una comunidad monástica benedictina ampliada por los hombres y mujeres que se sienten identificados), Rege te ipsum (la tradición monástica nos enseña que conocerse a sí mismo y tomar el control de la propia vida es la fuente de la auténtica libertad), Labora (el trabajo se convierte en un instrumento de realización personal y de transformación del mundo), Lege (leer como símbolo de cultura y la cultura como expresión de la belleza del alma humana), Ora (la plegaria es la cumbre de este lema y es también la cumbre de la vida). Se han programado 1.000 actividades en cinco grandes ámbitos: religioso, cultural, participativo, social, milenario sostenible.
La sabiduría milenaria aglutina elementos que podrían parecer contrapuestos, pero que una profunda madurez humana y espiritualidad cristiana concilia y armoniza. La plegaria y el trabajo, vistos superficialmente, parecen contrarios. A la luz del pensamiento de Nicolás de Cusa podrían entenderse como coincidencia de opuestos, aunque en el fondo no lo sean.
Lo mismo sucede con el conocimiento de sí mismo y el conocimiento de Dios, la atención al individuo y la dimensión comunitaria. Se entroncan todos estos elementos en la cultura, profundamente catalana y a la vez, universal. La figura de María refleja su maternidad con el niño sobre las rodillas y su compromiso con el mundo, que se encuentra sostenido por su mano. Las voces de la escolanía rasgan los espacios y llenan de belleza el cielo y la tierra con sus notas musicales.
Personalmente me encantan estos cinco elementos de la tradición monástica tal como la explican los monjes de Montserrat. Todos son esperables, pero hay uno que no lo parece tanto, al menos de puertas afuera: rege te ipsum (conócete a ti mismo). En el santuario interior de cada uno se produce la relación íntima con Dios y el conocimiento propio favorece la humildad y dificulta el autoengaño, tan lesivo en la vida espiritual. Todos, más allá de sus creencias religiosas, estamos invitados, cada uno a su modo, a participar de esta sabiduría milenaria, que llama a las puertas del corazón de cada persona.