Sociedad, litúrgia e inculturación
La chispa que enciende la llama de la tesina es la lectura de un artículo en La Vanguardia (PLAYÀ MASET, Misa para agnósticos, 26 de mayo de 2019) en la que se describe una iniciativa que tiene lugar en la parroquia de Santa Anna en Barcelona y que, tal y como recoge el titular periodístico, algunas persones llaman misa para agnósticos.
Esta iniciativa tiene como objetivo acercar la doctrina católica a persones que no presentan una práctica religiosa continuada, o bien que están en fase de búsqueda espiritual. Con esta finalidad, la celebración eucarística se presenta con algunas características diferenciales como el cuidado por el juego de luces, la disposición de los asistentes entorno al altar, una especial atención en el acompañamiento musical, un énfasis especial en la homilía, así como el uso de pantallas que muestran imágenes y letras de las canciones y plegarias para facilitar el seguimiento.
A partir de los datos anteriores, me planteé dos cuestiones: la primera, explorar cuáles son los límites de la liturgia católica que pueden favorecer el deseo que expresa el premio de la constitución Sacrosanctum Concilium cuando manifiesta que su intención es “promover todo lo que pueda contribuir a la unión de todos aquellos que creen en Jesucristo y fortalecer lo que sirve para invitar a todos los Hombres en el sino de la Iglesia”. La segunda cuestión, necesariamente vinculada con la primera, consiste en alizar en qué tipo de Sociedad nos encontramos en que esta llamada que hace la Sacrosanctum Concilium resulta en la actualidad probablemente perentoria.
Del encabalgamiento de las dos anteriores cuestiones tendría que brotar un mapa de los caminos y los hitos que la Sacrosanctum Concilium, con su desarrollo posterior, nos enseña para que el individuo contemporáneo pueda sentirse invitado en el sino de la Iglesia.
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