Ser paz
El próximo 30 de enero se celebra el Día Escolar de la No-Violencia y la Paz, una fecha que se está celebrando desde 1964 y que conmemora el traspaso de Mahatma Gandhi. Y precisamente, una de las frases más conocidas de este ser humano tan inspirador que fue Gandhi dice así: "No hay camino hacia la paz; la paz es el camino". Es decir, para las tradiciones orientales no se trata solo de tener paz, sino de ser paz.
El objetivo de este Día Escolar de la No-Violencia y la Paz es promover una educación no violenta y pacificadora de carácter permanente, basada en la tolerancia, la solidaridad, la concordia y el respecto a los derechos humanos.
Johan Galtung fundó en 1959, en Oslo, el Instituto de Investigación para la Paz. Según Galtung: "La paz es creatividad, no-violencia y empatía". En este sentido, hay que recordar que la no-violencia es un estado mental y una forma de vida. Es aceptar el mundo y amarlo tal como es. También es intentar promover un mundo más armónico y pacífico donde haya más amor, compasión y belleza. Es huir del rechazo, la negación y la condena. La no-violencia no es solo ausencia de guerra: implica reverenciar todas las formas de vida, respetar la pluralidad, cultural, religiosa y política.
Y en este camino de acontecer paz es muy importante aprender a cultivar y cuidar de nuestra paz interior. Sin esta paz interior, las causas más justas, por verdaderas que sean, quedan incompletas, teñidas de un resentimiento que enturbia la mirada y la acción que nace de esta mirada. Cuando estamos en paz, hay lugar para todo y para todo el mundo. La tensión y la irritación crean estrechez; la paz, en cambio, genera espacio, abre nuevos paisajes. Quizás por eso, desde hace más de 15 años cada día, cuando salgo de casa, para andar, correr o ir a comprar, siempre ruego: "Señor, guía nuestros pasos por caminos de paz".
Desvelar la mirada contemplativa es, sin duda, una manera muy bella y auténtica para aprender a cultivar esta paz en nuestro propio corazón. Estar presentes, atentos, nos lleva a la paz. Es la misma paz que percibimos en la naturaleza; esta serena quietud que percibimos cuando contemplamos desde un estado no mental una brizna de hierba, una nube que pasa como una gota de rocío, cuando observamos el aliento de la respiración de un bebé dormido. Ya conocemos esta paz porque esta paz es la esencia que somos. Cuando nuestra atención se concentra al Instante Presente, experimentamos una presencia, una quietud, una paz. Ya no dependemos del futuro para conseguir la realización y la satisfacción... ya no estamos vinculados con los resultados. Cuando actuamos desde esta conciencia del instante presente, todo queda impregnado de amor, paz y ternura. Además, esta paz con que hacemos nuestras acciones genera una vibración sutil de energía que penetra en todo aquello que hacemos. Personas, animales, árboles y flores percibirán esta paz profunda y responderán.
Finalmente, también hay que tener muy presente que la agresividad es un instinto, mientras que la violencia es una elección y que solo podemos amar aquello que comprendemos; solo podemos comprender lo que identificamos y solo podemos identificar lo que observamos. No podemos olvidar que todo tiene un propósito de amor; que todo el mundo lo hace lo mejor que puede; y que nada ni nadie nos puede sacar nuestra paz interior. "La paz de Dios (como nos recordaba Paz de Tarso) sobrepasa cualquier compresión". Ojalá, pues, nos habite esta paz, esta paz que ya somos y que desde esta paz podamos ser paz para todos los otros.
Y ponemos punto final en este breve escrito con unas palabras muy inspiradoras de Etty Hillesum. Ella, antes de ser llevada en tren en el campo de concentración de Auschwitz escribió a su diario: "A través mío corren ríos y se levantan altas montañas. Y más allá de los matorrales de mi agitación y confusión se extienden las anchas planicies de mi paz y rendición. Todos los paisajes se encuentran dentro de mi. Hay espacio para todo".