Señales Pascuales en nuestro entorno
Pascua, como Navidad, invita al optimismo: el paso de la oscuridad a la luz; es decir, la Pascua es el aval de la esperanza.
La Pascua, en el libro del Éxodo 12,14, se entiende como un “memorial de la liberación de Egipto: el centro dramático de la certeza de la voluntad salvífica de Yahvé. En sinópticos, Jesús instituye el “memorial” de su muerte salvadora: el paso de muerte a vida que se ilustra con la resurrección de Jesús.
Por lo menos, tenemos tres conceptos clave relacionados con la Pascua: liberación (como sinónimo de salvación), esperanza (confianza), y “memorial” (la actualización del pasado). Tenemos, al mismo tiempo, tres protagonistas: Cristo (el Resucitado), el pueblo (de los hebreos a la comunidad), y las individualidades de estos hebreos, de esa comunidad.
La Pascua es esto: el “memorial” presente de la confianza en el Resucitado. Siendo las señales de esta Pascua ese estilo de vida particular, comunitario, colectivo, que tiene como referente los hechos y palabras del Resucitado. Dicho lisa y llanamente: hacer el bien, la práctica de la “misericordia” (de la fiel empatía con la necesidad del otro), con coraje.
Hoy, como ayer y, también, como mañana, Pascua está presente en el día a día de personas particulares y colectivos. Este “hacer el bien” tiene diversidad de rostros, de expresiones, que se manifiestan públicamente o no y, a menudo, no se identifican con la carga de sentido de la Pascua cristiana pero lo son (sociológicamente, aquellos hebreos del Éxodo se caracterizan por la diversidad en todos los sentidos: son los hebreos de todo los tiempos, "los hombres y mujeres de buena voluntad" en sentido universal que su voluntad y su estilo es "hacer el bien"). Son y los encontramos en todas partes; siempre han sido en el suyo, nuestro, presente, son señales evidentes, reconfortantes, del “memorial” de la Pascua.