En el momento histórico-cultural actual, hay un movimiento sociológico activo que está socializando una visión crítica del patrón patriarcal que inunda y ha moldeado las sociedades modernas en cualquiera de sus ámbitos: económicos, sociales, políticos, religiosos…

Este movimiento reivindica una de-construcción de los roles de género, que en nuestro caso afectaría a los roles de género trasmitidos desde las tradiciones religiosas. Una de-construcción que sería una parte de la base ideológica de la teología feminista.

La teología feminista en las grandes religiones, más que una moda, es un movimiento de pensamiento que busca reconsiderar las tradiciones, prácticas, escrituras, y las teologías de las diferentes religiones con el fin de que sean más igualitarias y reconozcan el papel de la mujer y de lo femenino en las religiones y en sus respectivas divinidades.

Histórica y culturalmente, la lectura, interpretación y dogmas de las religiones tienen un marcado carácter patriarcal, una visión únicamente desde la perspectiva del genero masculino, del hombre varón.

Hablar de desigualdad de género en las religiones es mucho más que hablar de mujeres o de género; se trata de recuperar personajes históricos, pero también cualidades llamadas “femeninas”, que algunas veces se han calificado como “formas de energía”, otras como cualidades mentales, etc.

Des-aprender o de-construir no es reinterpretar, destruir, sino buscar un nuevo sentido y una nueva visión desde la base de lo existente, sin inventos ni parámetros nuevos. Es por ello que quisiera empezar esta pequeña aportación académica con una apuesta por ser personas abiertas y estar dispuestas a aprender a des-aprender lo que durante años nos han enseñado cultural, social o educativamente. Para des-aprender debemos hacer una ruptura epistemológica que nos lleve a criticar y rechazar la noción de una teología que sea mecanismo para establecer verdades eternas y a asumir conscientemente la parcialidad histórica de numerosos conocimientos.

Hay que tomar distancia de los centros de poder que redactaron las grandes teologías para abrirnos a otros centros de sabiduría y pensamiento y esto nos lleva a la necesidad de afirmar la relación igualitaria en los procesos de generar conocimiento y sabiduría teológica. Una teología actualizada y renovada, más cercana a la verdadera realidad de las dimensiones esenciales de la divinidad. Una divinidad igualitaria. Una humanidad de hombres y mujeres, de mujeres y hombres.

El surgimiento de las actuales grandes religiones, basadas en la creencia en una divinidad, se produce principalmente por la influencia de creencias más antiguas, creencias de épocas primitivas que abarcan desde el paleolítico y el neolítico hasta las épocas finales de la edad de bronce y principios de la edad del hierro. Es de tener en cuenta el ámbito geográfico en el que surgen las grandes religiones que abarcan en el sur desde Grecia a Egipto, y al este hasta el valle del Indo en la India.

Este marco histórico-religioso, previo al nacimiento de las grandes religiones, está muy bien trabajado por escritoras como Anne Bering y Jules Cashford en su libro El mito de la diosa y por Merlin Stone en su libro Cuando Dios era Mujer. Ambas referencias bibliográficas son la base de este contexto introductorio que me sirve para contextualizar y desarrollar el resto de la tesina.

Según Ana Pániker en el prólogo del libro de Merlin Stone Cuando Dios era mujer, Dios fue femenino durante cientos de años, probablemente miles. Las mujeres fueron algo más que cuerpos productores de otros cuerpos, algo más que pecadoras y tentadoras. La divinidad existente era femenina, el culto a la divinidad era el culto a la Diosa.

Los estudios arqueológicos nos están demostrando que durante miles de años, previos al surgimiento de algunas de las grandes religiones actuales, existieron otro tipo de cultos a la divinidad. Una religiosidad donde la relevancia de la mujer en esas sociedades antiguas estaba reflejada en las distintas divinidades femeninas y en su culto como creadoras de toda la existencia.

Sin embargo, hace 4000 años, a finales de la Edad del Bronce y principios de la Edad del Hierro, se hace evidente el desprestigio y casi desaparición de la cultura de la diosa madre, así como el surgimiento de una visión masculina de lo divino, alejada de la esfera de la Diosa.

A finales de la Edad del Bronce, oleadas de pueblos norteños descendieron a oriente Próximo. Su llegada fue gradual en forma de una serie de agresiones o incursiones invasivas que desembocaron en la conquista progresiva de los pueblos de la deidad femenina y en la implementación de la deidad masculina y patriarcal que consigo traían. Estos invasores del norte eran conocidos como indoeuropeos y se trajeron su propia religión, el culto a un joven dios guerrero y padre supremo.

Los grandes cambios en las creencias religiosas de algunas de las grandes religiones actuales, y las costumbres sociales que dieron pie a la actual visión de la divinidad y a los modelos sociológicos existentes, parecen haber tenido lugar con la aparición de estos invasores del norte con sus tradiciones patriarcales y patrilineales. Es evidente que en otras latitudes y en otros momentos históricos se produjeron también otros eventos sociológicos que conllevaron cambios sociales y religiosos diversos, pero me centraré en la zona ya comentada de Mesopotamia al Valle del Indo por su influencia en varias de las grandes religiones actuales y que intento trabajar en esta tesina.

El choque entre estas dos culturas religiosas, la matrilineal de la Diosa, con ese aspecto femenino de la divinidad tan predominante y la cultura religiosa del Dios patriarcal y patrilineal de los indoeuropeos o invasores norteños, no se dio simplemente por cuestiones religiosas, sino que también se enmarcó en una lucha por el poder político y económico de la época, que hasta entonces daban a las mujeres un poder económico muy fuerte, dándoles el poder de tener mayor acceso a la tierra, heredar el patrimonio familiar y el control de los gobiernos.

Esta usurpación e invisibilización conllevó un ataque no solo físico sino también normativo y social, donde las mujeres eran invisibilizadas y denostadas bajo el yugo del patriarcado que buscó, no solo acabar con la Diosa, sino subyugarla radicalmente. Las leyes levitas que vinieron posteriormente con el surgimiento de Israel y el Dios Yavhé es un claro ejemplo de ello.

También se visualiza esta realidad en un mito Sumerio y Babilonio, donde la Diosa creó a hombres y mujeres simultáneamente, por parejas. Pero en la nueva religión masculina era muy importante que el hombre fuera creado en primer lugar, y a imagen de su creador.

En resumen, parece posible, según los restos arqueológicos encontrados y la reconstrucción hipotética de lo acontecido en esa época de finales de la Edad del Bronce y principios de la Edad del Hierro, momento en el que surgen religiones como el judaísmo (que comparte protagonistas con el cristianismo y el islamismo) y el hinduismo, que nos encontremos con los primeros movimientos históricos para invisibilizar la dimensión femenina de la divinidad.

Tras esta introducción cabe hacerse la siguiente pregunta: ¿Hay bases históricas, teológicas, culturales o sociales, en el origen de las diferentes religiones para defender que haya habido históricamente una invisibilización del aspecto femenino de la divinidad en ellas? Esta pregunta es la que da pié al objetivo de esta tesina.

Un objetivo que busca analizar en algunas de las religiones mayoritarias, la posible existencia y convivencia de lo femenino en la dicotomía del Dios-Diosa, en otras esa coexistencia se encuentra encarnado en lo más espiritual, en el misticismo de esas religiones, sin embargo, hay otras religiones donde lo femenino no se encuentra en esa dicotomía trascendente, sino en los escritos fundacionales de esas religiones. Desde esos escritos fundacionales hay que ver cómo el aspecto femenino o igualitario de género nos ha llegado hasta nuestros días y cómo ha podido ser invisibilizado ese aspecto femenino, dando pie a la actual desigualdad de género presente también en esas religiones.

Es por ello que, para profundizar en este objetivo, voy a intentar analizar en las próximas páginas la posibilidad de que en las religiones mayoritarias y en sus escritos queden restos de esa dimensión femenina de la divinidad, de ese Dios/Diosa creadora del ser humano en su integridad. Una dimensión femenina que se complemente con su dimensión masculina, de manera que podamos encontrar teológicamente a ese Dios/Diosa que hizo al hombre y mujer a su semejanza en contraposición a ese Dios que el Hombre patriarcal hizo a su imagen y semejanza.

Para empezar con este análisis me voy a centrar en la investigación de algunas de las grandes religiones actuales y lo voy hacer siguiendo el orden cronológico de su surgimiento, es decir, Hinduismo, Judaísmo, Budismo, Cristianismo e Islam.

Del capítulo 2 al capítulo 6 de esta investigación voy a trabajar sobre cada una de las religiones anteriormente comentadas y en su orden cronológico, analizando sus escritos sagrados, sus 6 conceptos filosóficos, el papel de la mujer en su origen, el papel de la mujer en su desarrollo, las posiciones posteriores a la época inicial, etc... con el objetivo de encontrar puntos de convergencia que nos lleven a la posible existencia de un invisibilizado aspecto femenino de la divinidad en las diversas religiones.

En el capítulo séptimo me centraré en mostrar aquellos conceptos o cuestiones que se repiten o confluyen de manera natural en las diferentes religiones, a pesar de las diferencias culturales, cronológicas y geográficas existentes. Cuestiones como la presencia constante de ese posible aspecto femenino en la realidad de cada una de las religiones, la existencia, en todas las religiones, de un claro y predeterminado ejercicio de invisibilización de cualquier aspecto femenino que pudiese darse en la divinidad y por último, los conceptos coincidentes y convergentes que se dan entre todas las religiones, conceptos presentes en la divinidad como la igualdad de lo masculino y lo femenino, la naturaleza, la sabiduría, la imagen de la diosa madre o reina soberana. Este grupo de confluencias le darán una fuerza mayor de legitimidad y verosimilitud a las conclusiones finales.

Por último, desarrollaré un capítulo especifico de conclusiones que intentarán justificar y validar el trabajo de esta tesina y sus objetivos. Antes de comenzar quisiera aclarar que, junto a la bibliografía al final expuesta, el texto bíblico de referencia para esta investigación ha sido la Biblia con texto bíblico de la casa de la Biblia y de la editorial Verbo Divino, y para el Corán he utilizado la segunda edición del Corán de la editorial Optima del año 2000.