La iconografía del Cristo de Dalí
Glòria Barrete, directora de Catalunya Religió, entrevista a Mònica Santín, profesora del seminario sobre iconografía en el ISCREB, para reflexionar sobre la iconografía de Cristo de Dalí.
El año 1950, Salvador Dalí visita el monasterio carmelita de la Encarnación, en Ávila, donde el padre Bruno Froissart le muestra un dibujo de Cristo crucificado de san Juan de la Cruz. A partir de esta imagen y de los sueños de Dalí, el artista pinta 'el Cristo', también conocido como 'Cristo de Sant Joan de la Cruz', expuesto hasta el 30 de abril en Figueres. Mònica Santín destaca la obra por ser estéticamente excepcional y romper con la iconografía tradicional de Jesucristo.
Dalí presenta un Cristo inusual con perspectiva cenital, con un escorzo que no revela si está vivo o muerto. A diferencia de representaciones anteriores, no muestra heridas, sangre o expresión de sufrimiento. Este Cristo con cabello corto difiere significativamente de las imágenes convencionales. Dalí innova al romper con la iconografía anterior, incluso con San Juan de la Cruz, su fuente de inspiración.
Dalí vuelve a España después de ocho años en los Estados Unidos, coincidiendo con la dictadura franquista, y abraza el catolicismo, iniciando una fase mística y religiosa. La influencia de Velázquez, especialmente su obra tenebrista, también es perceptible en 'el Cristo'. Dalí busca la belleza para representar a Cristo, considerándola un camino hacia Dios. La obra exhibe una estructura triangular con un círculo en medio, posiblemente simbolizando el átomo y la Trinidad.
Destaca un papel doblado, típico de Dalí, y a pesar de la ausencia de INRI, la acusación de crucifixión, el artista quiere expresar la "belleza metafísica de Cristo-Dios". Esta obra marca una transición en la carrera de Dalí, coincidiendo con su retorno en España y su interés por el misticismo después de la era atómica.