La araña y el mono
Empezamos a la africana, con un cuento, para explicar mejor.
Una vez, la araña y el mono construyeron sus cabañas cerca de un gran bosque. Una vez terminando de construirlas, colocaron trampas para cazar. Al poco tiempo, en la trampa de la araña quedó cogido un cerdo salvaje. La araña lo llevó a casa, lo mató y lo dio a su mujer para que lo cocinara. A las horas la araña dijo a su hijo que fuera a llamar a la mona.
Cuando todos estabas sentados alrededor de una gran olla y la mona estaba a punto de meter la mano para coger el primer trozo, la araña dijo:
-¡Eh!, amigo, enséñame las manos.
Luego que la mona se las enseñó, la araña dijo:
-Tienes las manos sucias; así no puedes meterlas en nuestra olla. Ve a lavártelas.
Y mientras el mono fue a lavarse las manos, la araña y su familia se comieron el cerdo. Al volver la mona, no quedaba nada. El mono no dijo palabra, pero volvió a su cabaña pensativa.
Poco tiempo después, en la trampa del mono quedó atrapado un babuino. Tras matarlo y cocinarlo, la mujer del mono lo puso en un gran cuenco. El mono hacer llegar un mensaje a la araña para que se uniera a la fiesta. La araña fue. Pero tan pronto iba a meter la mano en el cuenco, el mono dijo:
-¡Eh!, amigo, enseña-m tus dientes.
La araña los enseñó.
-Mientras tus dientes no estén tan limpios como los míos -dijo el mono- no podrás comer con nosotros.
La araña se fue corriendo a lavarse las manos. Pero mientras iba y volvía, el mono y su gente se comieron el babuino. Cuando regresó la araña, el cuenco estaba vacío.
Nosotros diríamos: donde las dan las toman. Pero en este cuento de Sierra Leona se abren puertas a una nueva comprensión. Ciertamente los protagonistas están elegidos cuidadosamente: un mono y una araña. ¿Podemos encontrar una pareja más desbaratada? Pero qué manera más pedagógica de explicar el daño que puede hacer, por ejemplo el egoísmo, la poca sinceridad con el vecino-prójimo, el daño que hace tratar de engañar a los demás, los contra-valores del incivismo. Y así tantas otras.
Todo esto para que seamos conscientes de que los valores que conocemos también los encontramos en otros lugares si nos fijamos un poco. Serán presentados con diferente simbología, seguro, pero la búsqueda de los valores está, son considerados también importantes, tan que se merecen un cuento.
Luego que nos acercamos a la realidad africana tenemos que aceptar con sencillez unos parámetros que estructuran diferentemente a los nuestros.
Ya que vamos de cuentos, desvariar un poquito, y preguntémonos si podríamos imponer la "Cenicienta" o el "Pinocho" a otras culturas. Todo para descubrir también la real presencia de normas, valores y actitudes, pero expresadas con otras palabras.
Por ello, sin hacernos pesados, tenemos que recordar una vez más el valor de la escucha y el conocimiento para acercarnos a las realidades de África. Y cierto que descubriremos aspectos sorprendentes aunque de arranque hablamos de un mono y una araña.