Irán, una sociedad plural harta de la Policía de la Moral
Masha Amini fue arrestada por la Policía de la Moral del Gobierno iraní porque no cumplía las leyes sobre el uso obligatorio del velo. La chica de veintidós años no llevaba puesto el hiyab de forma correcta. El escuadrón la torturó durante dos días. Después de 48 horas de golpes en la cabeza, entró en coma y murió en el Hospital Kasra.
Este hecho ha provocado que las mujeres de Irán llenen las calles de grandes ciudades gritando “vida”, “libertad”. Algunas queman hiyabs, otras se cortan el pelo en señal de protesta. Manifestaciones pacíficas que, como recoge Amnistía Internacional, son reprimidas con perdigones, proyectiles de metal, gas lacrimógeno, cañones de agua y porras para dispersarlas y hacerlas enmudecer.
Aun así, la condena del asesinato de Masha Amini ha sido mundial. Ha habido voces críticas, dentro y fuera de Irán. Es necesario mencionar que el mismo presidente del país, Ebrahim Raisi, ha pedido abrir una investigación oficial por saber cómo murió Masha Amini e identificar los responsables.
Antes, en Irán, el hiyab era voluntario, como en la mayoría de los países musulmanes. La mujer escogía de forma voluntaria ponerse el hiyab o no ponérselo. Fue después de la revolución iraní del 1979 que el uso obligatorio quedó instaurado en el artículo 638 del quinto libro del Código Penal Islámico. A partir de aquel momento, las mujeres que prescinden del hiyab o se lo ponen incorrectamente, pueden ser encarceladas y multadas.
Las protestas contra este artículo se han ido sucediendo durante la historia, y encontraron su punto álgido a finales del 2017 y a inicios del 2018, cuando Vida Movahed, una chica iraní, se sacó el hiyab y lo hizo ondear en medio de una manifestación. Vida Movahed fue detenida y después puesta en libertad bajo fianza. Se transformó en un icono para las mujeres iraníes e inspiró un movimiento denominado “Las chicas de la calle Revolución Islámica”.
Hay que distinguir el uso religioso del hiyab del uso político. En el ámbito religioso la gran mayoría de musulmanes considera que el hiyab es obligatorio, pero a la vez hay flexibilidad para que la mujer escoja si llevarlo, o no, sin que reciba coacciones desde el gobierno, desde las instituciones, desde las comunidades o desde su familia. Otra cosa es que en determinados países como Irán, o como Arabia Saudí, el gobierno disponga de un cuerpo llamado “policía de la moral” que vigila como van vestidas las mujeres.
En las sociedades patriarcales se piensa que el velo es necesario para tapar el cuerpo de la mujer ante las miradas de los hombres. Además, la mujer es quien tiene el papel de representante de la familia y, por lo tanto, se le supone que en la esfera pública, la visible, tiene que mostrar su entrega a Dios, su humildad. Si se consulta el Corán, hay discusiones sobre cuál es el sentido de los diversos versos. Hay autores coránicos que dicen que no se habla de tapar específicamente la cabeza, sino que se trata más bien de mostrarse con una actitud modesta. Otros autores interpretan que el velo solo es un mandamiento para las mujeres del profeta, para distinguirlas del resto de mujeres musulmanas.
Irán, con estas medidas rígidas, resulta un estado represor. Un control que se ve potenciado porque clérigos y gobierno trabajan unidos. La sociedad se siente desgastada y ante este sistema se manifiesta. Se ha de mencionar que la sociedad iraní es plural, mucho más que otros países suníes y esto hace que exista más crítica contra las prohibiciones morales. En otros países, la protesta no se hace tan evidente. También Irán tiene raíces persas, de hecho, ha conservado la lengua persa sin que el árabe se haya impuesto, y una parte de la sociedad todavía ve la religión islámica como invasora.
En conclusión, Irán es un país que encuentra diferencia con el resto de países suníes, que tiene una sociedad plural que ha mantenido sus rasgos, y que, harta, se muestra rebelde ante un régimen político que trabaja con unidades como la “Policía de la Moral”. Ejemplo de esto son las continuas manifestaciones de mujeres iraníes para condenar el asesinato de Masha Amini.