General

Dividir o multiplicar

Hemos empezado un nuevo año, pero seguimos conmocionados por la tragedia que se vivió en la Comunidad Valenciana y sus alrededores a finales de octubre pasado. Será por la proximidad geográfica o cultural, pero el dolor que se transmitió por la pantalla aquellas semanas no era del mismo tipo del que solemos ingerir a diario en telenoticias y reels de redes sociales. Aún ahora, soy incapaz de percibir en toda su magnitud la angustia que soportaron varias familias y personas con implicaciones emocionales directas con las víctimas de esos chaparrones.

Un aspecto que constatan tragedias como aquella es que, frente a los dramas, los seres humanos sacamos lo mejor y, a la vez, lo peor. Dejamos la escalera de grises en casa y salimos a la calle o bien con la capa de superhéroe o con la de antagonista: el maniqueísmo se hace más evidente que nunca. Así pues, nos convertimos en operaciones que, entre ellas, son inversas: multiplicar o dividir, dividir o multiplicar.

Cuando multiplicas un número por uno dado, sumas reiteradamente esa cantidad. Si el número es grande (sobre todo mayor que 1), multiplicar supone un aumento casi milagroso, como el que logró Jesús con los panes y los peces. Afortunadamente, las grandes crisis sociales generan personas multiplicadoras que, por sus razones, abandonan su comodidad y ayudan, de forma altruista, a minimizar el dolor ajeno. No sé si podemos tacharlos de cristianos anónimos, como diría Rahner, quizás la expresión es poco humilde, pero la multiplicación, así entendida, la comprendo muy propia del mensaje de Jesús. No sólo en Valencia, pero también allí, se han dado relatos sobrecogedores por las multiplicaciones que se han dado. Posiblemente, debido a esto, nos hemos llorado encima: los gestos de bondad nos despiertan de la indiferencia en la que estamos instalados y nos golpean en esa parcela nuestra que todavía se mantiene sensible.

Hemos visto a personas jugársela para salvar a otras, personal de residencias de ancianos subir abuelos de planta a un ritmo vertiginoso, voluntarios recorriendo la península, familiares huyendo de la policía para poder ayudar a los suyos, y una serie de escenas de película que se convirtieron en tan reales que parecían propias de un reality show en prime time. Pero supone mucho más que eso, porque no se dan en un mundo simulado, como el descrito por Jean Baudrillard (inspirador de la saga Matrix), sino en el marco de una realidad que cada vez conocemos menos pero que cuando, de repente, se nos hace visible, nos deja atónitos.

Las multiplicaciones generan abrazos, gratitud, y un ciclo indefinido en el que se activan gestos casi divinos que nos salvan, no sólo de la muerte, sino de nosotros mismos y de nuestra indolencia. Fomentar la bondad, y palparla, en primera, segunda o tercera persona, da sentido a todo ello.

Por otra parte, no debemos ser ciegos a la realidad, y es que también se dan divisiones ante estos acontecimientos tan atroces. Ante el eslogan “divide y vencerás”, muchos se aprovechan para sacar rédito, ya sea para menospreciar la ideología que no defienden o para aprovecharse de la situación y así sacar rédito personal o político. Para la mayoría, parece que la vida consista en ganar, en pasar por encima de los demás. Pero, realmente, con esta perspectiva vital nos estamos dividiendo de la comunidad y convirtiéndose en fracciones insignificantes que luchamos por nuestra parte; todo para lograr un poder absurdo, como Gollum en el Señor de los Anillos. Algunos acaban de forma similar, desgraciadamente.

Dividir es el verbo propio del poder.

Creo, humildemente, que en la vida estamos para multiplicarnos, para hacernos bien en la medida de lo posible. Las ideologías, la política (mal entendida) y la concepción del mundo como un conjunto de existencias (Heidegger) tienden a dividirnos, pero debemos ser capaces de trascender y sumar esfuerzos, desde la base, desde la diversidad de cualquier tipo. Más que nunca, ¡viva el pueblo!

Otras notícias
General

La hospitalidad como camino espiritual y vínculo de fraternidad universal

20 Enero 2025
La hospitalidad es más que un gesto de acogida: es un compromiso profundo con el otro que revela la dimensión espiritual y transformadora de la humanidad. Francesc-Xavier Marín, en la conferencia "La hospitalidad: deber de apertura a la trascendencia", la exploró desde la fenomenología, subrayándola como núcleo de la fe y la convivencia.
Licenciatura

La invisibilizada dimensión femenina de la divinidad en el origen de las grandes religiones

¿Hay bases históricas, teológicas, culturales o sociales, en el origen de las diferentes religiones para defender que haya habido históricamente una invisibilización del aspecto femenino de la divinidad en ellas? Esta pregunta es la que da pie al objetivo de la tesina de Iosu Murgia González de Mendoza, titulada: La invisibilizada dimensión femenina de la divinidad en el origen de las grandes religiones. 
General

Preparamos los caminos del Señor a través del desierto

Esta semana, con el Miércoles de Ceniza, iniciamos la Cuaresma, un tiempo que nos invita al silencio y la oración para recentrarnos en Dios. Durante estos 40 días, nos retiramos al desierto, siguiendo el ejemplo de Cristo entre su bautismo y el inicio de su vida pública. En este espíritu de recogimiento, releo con detenimiento la suntuosa carta de san Jerónimo a Heliodoro, en la que lo exhorta a abandonar el mundo y regresar al desierto.
Pans I @Pixabay, wal_172619