Cultura popular, fiesta y religión
Barcelona ha sido y es una ciudad plural, seguramente ahora más que nunca conviven formas diversas de creer y celebrar aquello en lo que se cree. Continuamos asistiendo a peregrinaciones, procesiones, bendiciones y fiestas patronales en torno a catedrales, santuarios, iglesias o ermitas, siguiendo tradiciones antiguas. Pero a la vez, nuevas corrientes de espiritualidad irrumpen entre nosotros con liturgias inéditas y las sucesivas diásporas migratorias nos han llegado acompañadas de expresiones de piedad colectiva que nos podrían haber parecido exóticas hasta hace no mucho, pero que ahora forman parte del paisaje festivo de la ciudad.
Tenemos al alcance un buen muestrario de nuevos y viejos ejemplos de religiosidad popular, es decir de religiosidad participativa y en la calle: Vaisakhi, Cristo del Grande Poder, Santo Medir, Harinama, Aixura, Magal, Señor de los Milagros, Ramadán, la Merced, Hannukà, Tres Tombs, Santet de Poblenou, Noche de las Velas, Rama Navani, Sinulong, Chûn Jié... A pesar de ser muy diferentes entre sí, todas estas y otras maneras de adoración a divinidades, santos o santas, fundadores, profetas, madres de dios y diosas tienen lugar de manera regular en los barrios de Barcelona.
Con conferencias, mesas redondas y actividades en la calle, estas jornadas harán preguntas y procurarán dar respuestas sobre varias cuestiones de la mano de especialistas y de representantes de asociaciones religiosas y de instituciones. Estas prácticas religiosas populares ¿merecen ser reconocidas como parte del patrimonio inmaterial y la cultura popular de la ciudad? ¿Se ha de revisar su calendario festivo para incorporarlas? ¿Están legitimadas para hacer suyo un espacio público presumido como laico? ¿Las minorías culturales ven reconocidos y asegurados sus derechos culturales en materia religiosa? ¿Qué obstáculos enfrentan las confesiones religiosas en la hora de ejercer la libertad religiosa en el amparo de los derechos democráticos de expresión y manifestación?
Este universo de solemnidades religiosas en la calle de que queremos hablar es testigo de la riqueza humana y cultural de nuestra ciudad, sin duda. Pero, además de esto, es también el que le ofrece a una sociedad democrática la oportunidad de demostrar que lo es, no solo respetando las creencias de todo el mundo, sino sobre todo garantizando el derecho de todo el mundo a expresarlas en libertad.