Con el Papa Francisco
El Papa Francesc me sorprende; me atrae su humildad, serenidad y preocupación por la humanidad herida, especialmente por aquella parte más débil y con menos recursos humanos para afrontar los efectos devastadores de la pandemia. Admiro su firmeza y discreción en el momento de afrontar los problemas que surgen dentro de la Iglesia.
Me siento impresionado por sus reflexiones – homilías dichas durante este tiempo de pandemia, en especial, las que se pronunciaron durante los días de Semana Santa y Pascua de Resurrección. Alguien puede pensar que es lo que le toca hacer al Papa. Pero en estos momentos siento que Francisco está hablando con un lenguaje muy sencillo, afectuoso, sincero y próximo a las personas. Preocupado por lo que estamos viviendo como humanidad.
En sus palabras descubro un canto a la esperanza y a la alegría en medio del dolor humano. A no tener miedo porque la última palabra no es la de la muerte, sino la de la VIDA. La persona humana busca la felicidad y necesita creer en algo o en alguna cosa y descubrir un sentido a lo que se está viviendo, que le ayude a superar los temores y le abra nuevos horizontes. Como dice Francisco: “Necesitamos ser salvados y no somos autosuficientes. Solos nos hundimos “Y necesitamos la fe, la esperanza y la caridad que son las estrellas que giran en nuestro navegar por la vida. En la barca de nuestra existencia necesitamos hacer un hueco a Dios. Somos buscadores de Dios.
El mensaje del Papa Francisco es una llamada a todos y todas para que seamos solidarios y generosos, imaginativos e innovadores para romper muros, egoísmos nacionales, dejar de hacer la guerra, pensar en los más pobres y en el bien común, poner la economía al Servicio de las personas y no las personas al Servicio del dinero, mirar más allá de nuestro pequeño círculo y sentirnos miembros de un mundo global. “Este no es el tiempo de la indiferencia, porque el mundo entero está sufriendo y ha de estar unido para afrontar la pandemia” (Mensaje Pascual 2020)
Y no solamente la pandemia del COVID-19, sino otras pandemias que también dejan una estela de muerte y sufrimiento: el hambre, la guerra, los desplazamientos masivos, el comercio de armas, la esclavitud de personas, el paro, la precariedad en el Trabajo...etc. Son situaciones de emergencia a las cuales no podemos cerrar los ojos. La última encíclica HERMANOS TODOS es una llamada a construir la fraternidad universal y la amistad social.
Vivamos conectados a las palabras y a los gestos que el Papa Francisco nos transmitió día tres día. Son una Fuente de humanismo y de espiritualidad cristiana que nos ayuda a saber cómo nos hemos de situar delante de esta crisis-oportunidad que estamos viviendo y que nos afecta a todos. Como dice Mn. Ramon Prat “Saldrá el sol. El secreto del mundo es la presencia escondida de Dios.”