¿Adviento, para qué?
“Sentid y ved qué bueno es el Señor,
feliz todo el que en él confía."
Sl 34,9.
La creación es armonía. Sin embargo, el Adam (ser humano) es torpe y rompe, estropea, esta armonía. El profetismo es la consciencia crítica de Israel, política y religiosa: también hoy. El clamor profético lo resumo en tres aspectos: Dios es misericordia, el Adam es insistentemente infiel y se le reprocha, pero el retorno al Bien del que se ha alejado siempre es posible: Convertiros (volved) y confiad en Él.
Muchos textos bíblicos recuerdan estos tres aspectos, a menudo con una fuerza poética que cautiva la sensibilidad. Pero más allá de la finura literaria, el texto también recuerda la responsabilidad de dar a conocer el mensaje profético. Y, entiendo, que el Adviento nos reserva un espacio temporal para no olvidarlo.
Pero no nos engañemos. El versículo que se destaca del Sl 34 esconde un reto: probar y ver la bondad del Señor es vivir la seducción de su realidad que implica el compromiso para hacer efectiva la armonía creacional. Es decir, construir, trabajar, para la justicia profética: generar situaciones de equilibrio, de armonía en las relaciones humanes, de las personas entre elles, con demostraciones de bondad, de solidaridad (Pr 21,26: Los hay que no hacen más que desear; el justo, en cambio, da y no se queda nada.”), lealtad; hacer por una equidad de derechos y de necesidades en la convivencia, teniendo una especial sensibilidad por las situaciones de vulnerabilidad del tipo que sea. Resumiendo: se invita a ser agentes del Shalom, de justicia (que no quiere decir ausencia de conflicto, de tensión). Este Shalom que con buena disposición deseamos, comporta una responsabilidad y una tarea. Esta es la felicidad a la que se refiere el Salmo.
¿Adviento, para qué? Para preparar, refrescar el significado de Navidad: tiempo de espera, de esperanza. Un tiempo de anuncio: la oscuridad se acorta, la luz va ganando terreno: “... la nit és dia, Jesús és nat”, dice el poeta (Gerau de Liost, “Nit de Nadal” en La ciutat d’ívori, 1918). Jesús ha nacido, pero la noche será día en la medida que hagamos efectiva la tarea de la que se habla más arriba: con actitudes que reflejan una manera de hacer, un estilo de vida, de acuerdo con el anuncio, por ejemplo, de Is 9,6: “Se extenderá por todos los rincones la soberanía, y la paz no tendrá fin. Sentado en el trono de David, se establecerá y se fortalecerá su reino sobre el derecho y la justicia,...*.
Querido lector: ¿te imaginas lo que pasaría... Si hiciéramos Adviento cada día?: ¿Si miráramos con ternura?, ¿si tratáramos a los demás con bondad?, ¿si nos recitáramos a menudo el salmo 34 y el 23 y él...? ¿Si aligeráramos el sufrimiento, la soledad, la tristeza? ¿Si viviéramos de nuestra casa un Adviento real? ¿Si...? ¿Te imaginas lo que pasaría? ¿Y aún nos preguntamos, Adviento, para qué?
Excursus: en el aula, viene al caso referir el episodio de Benedicto XVI en el campo de exterminio de Auschwitz: “¿Y Dios, dónde estaba?”. Un alumno corrige la pregunta: “Y el hombre, dónde estaba?”. Adviento...