Teología y Santidad

30 d'octubre 2020

La fiesta de Todos Santos es la fiesta de los santificados, de aquellos que se han dejado fecundar por el Espíritu Santo. Porque la santidad no es algo que se consigue con las mismas fuerzas, uno no se santifica a sí mismo, como decíamos antes, sino que se accede a ser santificado. Tal como decía la hermana carmelita descalza Cristina Kaufmann: "El progreso espiritual no depende de nosotros". Dando por sentado que, así como la relación íntima con una persona que queremos nos transforma, la relación íntima con Jesús nos cristifica, nos diviniza.

Una cuestión que tendría que espolear a quienes nos dedicamos al cultivo de la Teología es: ¿cómo es que desde el siglo XIII hay tan pocos teólogos santos? Desde la antigüedad, los Basilio, Crisóstomo, Gregorio, Anselmo.... Tomás, Buenaventura.... unen en su persona el pensamiento profundo y una vida santa, una armónica unidad entre Teología y vida, entre Teología y Espiritualidad. ¿Cómo es que la mayoría de los teólogos posteriores no son santos?

He aquí, posiblemente, uno de los motivos del desprestigio de la Teología actual entre el pueblo creyendo (por masa teórica y abstracta) junto con su incapacidad para fecundar la pastoral y la predicación.

El ejemplo vivido, el testigo, es el elemento básico porque el mensaje evangélico, encarnado con ternura y valentía, conmueva los corazones. Demasiadas veces se identifica el hecho de evangelizar con el hecho de hablar o predicar, sin atender a la calidad espiritual (ternura, delicadeza, amor, humildad) de la palabra o el gesto.

Decía santo Serafín de Sarov: "Pon el Espíritu Santo en tu corazón y, a tu alrededor, se convertirán miles". No se trata de hacer muchas cosas sino de irradiar , como Maria de Nazaret que con un simple saludo hizo saltar de alegría las entrañas de Elisabet... Porque llevaba a Jesús adentro, porque estaba embrazada del Espíritu Santo.

Quizás aquí rae el déficit de nuestra Teología a la cual, sin ningunear sus métodos y ciencias auxiliares, tan rigurosos y académicos, le falta algo de "Teología arrodillada". Porque, igual que la santidad, el conocimiento teológico no es solo cosa del hombre.

Josep Manuel Vallejo

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