Máster

Nuevo posgrado de Estudios Junguianos y simbología en el ISCREB: hacia una hermenéutica psicológico-simbólica con Alma

La interrelación entre simbología y la Psicología Analítica es connatural. Según C. G. Jung, nuestra mente aprehende la realidad a partir de nuestro imaginario, creado tanto por nuestras experiencias vitales como por todo el entramado de arquetipos que, de manera espontánea, emerge de nuestro inconsciente. 

Es suficiente con prestar atención a nuestros sueños para darnos cuenta de que nuestra mente se expresa simbólicamente: crea relatos que ilustran nuestros miedos, esperanzas, potencialidades escondidas, reflexiones e intuiciones… a través de imágenes. Pues así como hay sueños personales, también hay sueños colectivos. Y estos son los grandes sueños. Los mitos. Los sueños colectivos pueden ayudarnos muchas veces a entender a los individuales, y viceversa. Sería un gran desperdicio que la psicología contemporánea o el análisis sociológico, bajo la excusa del rigor científico, no usara esta sabiduría connatural para entender lo que les ocurre a las personas adolecidas por enfermedades psíquicas y psicosomáticas, o desconcertadas ante sus nuevas situaciones vitales.

Ya hay una intuición y una sabiduría popular, a veces despreciadas, que ponen en esta fuente lo que es el imaginario del inconsciente. Por eso, los profesionales de la salud mental y los analistas culturales necesitan de un utillaje teórico, y de la experiencia de personas que durante muchos años han acompañado a pacientes y grupos sociales, a descubrir la raíz de sus malestares, y las potencialidades que empujan a la individuación o a la identidad de los pueblos. 

C.G. Jung temía los proyectos sociales y políticos que tendían a valorar de tal modo la colectividad, la uniformidad, que anulaban la originalidad de cada individuo en concreto. Del mismo modo existen proyectos colectivos que, con la excusa de la eficacia, pueden minusvalorar la originalidad de las minorías culturales. 
El término individuación, que es la tendencia a la plenitud y la totalidad a la que cada persona aspira, quiere recuperar esa originalidad. No tiene nada que ver ni con el solipsismo egoísta, ni con la búsqueda de la perfección, sino con el evenir de uno mismo”. “Siau qui sou” (sed quienes sois) proclamaba el poeta mallorquín Miquel Costa i Llobera, en el poema Als joves. Es la gran aspiración que tenía el movimiento romántico que surgió en Alemania a finales del s.XVIII, y que ha influido a la sociedad actual más de lo que estamos dispuestos a aceptar. Es a través de la colaboración consciente entre individualidades, que se crean grupos que pueden ser auténticas comunidades, con tensiones, es cierto, pero que son verdaderos organismos vivos; no grupos formados por autómatas, que pueden funcionar, pero que han perdido alma.

Conocer la biografía de C.G. Jung es tener como amigo y compañero de profesión una personalidad genial, con todas sus luces y sombras, pero que arriesgó, descubriendo nuevos caminos. En sus escritos encontramos una síntesis del pensamiento filosófico occidental y científico del momento, abierto, no sin un discernimiento, a las nuevas corrientes espirituales orientales, a la alquimia, y a la mística de todos los tiempos, oleadas de nuevas ideas que ponían en contacto Europa con espiritualidades que revalorizaban la interioridad, el sentimiento, las visiones, y todo lo que rechazaba el cientifismo positivista de su época, que en todas partes veía superstición y oscurantismo. La relación entre Jung y Freud, a veces apasionada, otras conflictiva, que descubrimos en su correspondencia, plantea problemas y temas todavía actuales para quienes quieren entender la mente humana con toda su complejidad.

La perspectiva simbólica de la Psicología Analítica, no sólo proporciona una metodología para entender mejor qué es la salud y la enfermedad psíquica: es una nueva forma de entender la realidad que nos ayuda a comprender el significado de los sueños, el imaginario de los movimientos sociales y de la política, del arte, de los escritos alquímicos, de los relatos folclóricos, de los cuentos de hadas, de los mitos, de los ritos y de las religiones…  no de forma reduccionista sino fenomenológica y antropológica, teniendo en cuenta el humus de las matrices culturales de las que forman parte, y respetando lo que se nos escapa.

El posgrado de Estudios Junguianos y simbología es un devolver la psicología a las humanidades, y contribuir a que los psicólogos sean también unos humanistas en el ejercicio de la psicología. C.G. Jung decía que era necesaria una psicología con Alma: con sentimiento, con corazón, con respeto a la naturaleza de la que nosotros provenimos, “donde nos movemos, vivimos y somos”. 

Cuando necesitamos que nos atienda un cirujano, lo que queremos es que sea competente y no le tiemble el pulso, pero cuando alguien debe acompañarnos en el viaje de conocernos más a nosotros mismos, de hacernos ver nuestras fragilidades sin que nos asustemos, queremos tener cerca a una persona con tacto y con alma, culta, sabia y experimentada en el desciframiento de la lógica propia del inconsciente. 

Todo esto va más allá de la neurociencia o la dimensión biológica de nuestro cerebro. Sería como tirar al niño junto con el agua de la bañera si menospreciáramos la fecundidad intelectual que supuso el descubrimiento del psicoanálisis, o los escritos sapienciales de todos los tiempos; el psicólogo integral e integrador es necesario que “sepa sacar de su cofre joyas nuevas y viejas” (como dice el pasaje evangélico) porque sabemos que lo que cura en el análisis, a menudo, no es tanto el saber unos conocimientos teóricos sino sobre todo la sabiduría y la relación que se establece entre el analista y el paciente. 

Vendrá un día que no nos contentaremos con que nos acompañe alguien que no haya hecho él mismo un conocimiento profundo de su personalidad y que no conozca la dinámica propia del inconsciente, nos sentiremos más seguros si el psicoterapeuta ha experimentado en propia carne lo que es haber pasado un análisis: que haya aprendido a identificar las proyecciones, dialogando con las imágenes que vienen del inconsciente, descubriendo la función inferior del propio carácter para conocer las propias fragilidades, integrando potencialidades personales escondidas. 

No hay dos procesos personales iguales, pero sí hay un estilo, una forma de acompañar, de dialogar en el encuentro analítico, que es propio de la tradición de la Psicología Analítica, y que nosotros queremos transmitir, de algún modo, en su parte teórica, en este posgrado. Del mismo modo, el estudioso de la cultura y de la sociedad, al modo de los sabios del Círculo Eranos, irá más allá de las estadísticas y de las estructuras sociales, para intentar captar el espíritu del tiempo y cómo este se va articulando a través del análisis del imaginario social.

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