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"Miércoles de Ceniza nos llama a parar, a resituarnos y volver de la parte de Dios"

Entramos, un año más, en los noventa días fuertes del año litúrgico, como son los días santos de la pasión, muerte y resurrección del Señor, con sus cincuenta días posteriores conmemorando este Misterio Pascual, así como los cuarenta días previos de preparación como es el tiempo de Cuaresma. Y hoy lo iniciamos con el miércoles de ceniza. El día de hoy nos llama a parar, a resituarnos y volver de la parte de Dios. Y, cómo no, la liturgia de hoy nos ayudará. Veamos algunos elementos:

Textos litúrgicos de hoy

La Palabra de Dios, así como los textos eucológicos, nos hablan de la conversión, la sobriedad, la ascesis, etc. Y todo esto no es porque sí. El profeta Joel en la primera lectura nos llama a ayunar, a rasgar no los vestidos, sino nuestro corazón, para pedirle al Señor su perdón y su misericordia por nuestros pecados de cada día, con el deseo de convertirnos. Así también san Pablo nos lo recordará en la segunda lectura, cuando nos llama a reconciliarnos con Dios y aun en el salmo responsorial, el salmo 50, pediremos una vez más al Señor que se compadezca de nosotros porque somos pecadores. El evangelio de Mateo, por su parte, nos llama a ser honestos y honrados con Dios y con nosotros mismos; a no “hacernos trampas al solitario” sino que revisemos nuestra vida y poner los elementos que nos ayuden a convertirnos. Jesús nos hablará de la oración (nuestra relación con Dios), el ayuno (la relación con nosotros mismos) y la limosna (nuestra relación con los demás).

Momentos importantes

Como bien sabemos, al inicio de la celebración eucarística de hoy no hay el acto penitencial. Sí que se pueden hacer las invocaciones del “Señor, ten piedad”, ya que propiamente esta invocación no es el acto penitencial, a no ser que vayan acompañadas de las invocaciones precedentes, como es en la tercera fórmula del acto penitencial en el Misal Romano. Hoy el acto penitencial es la imposición de la ceniza, donde se nos recordará nuestra finitud (“Recuerda que eres polvo, y que al polvo volverás”) o bien la llamada a volver hacia Dios (“Conviértete, y cree en el Evangelio”). Que este momento sea hecho con toda la unción, como el resto de la celebración, con algún canto cuaresmal adecuado y sobrio. Y todavía, de cara al canto litúrgico de hoy, recordar que hasta la noche santísima de Pascua se omite el Aleluya, así como el final de la misa, que se hará en silencio. También cabe recordar que solo está permitida la música instrumental cuando va acompañada por el canto. Así, los momentos en los que se tocaba música instrumental se harán en silencio, de cara a ayudarnos a vivirlo austeramente. Finalmente, podría decirse hoy una de las plegarias eucarísticas de reconciliación.

Externamente

De cara a la decoración del templo y/o del presbiterio, sería bueno que, para ayudar a vivir este clima de oración, recogimiento y penitencia, hubiera la máxima simplicidad: el velo morado sobre el ambón de la Palabra -y solo sobre este ambón-, la ausencia de flores -y sugeriría incluso de las plantas, ya que durante muchos días del año en muchos templos hay plantas en lugar de flores, y habría que distinguir muy bien que estamos a Cuaresma y que debe haber austeridad para que para Pascua esté desbordando de flores-.
 

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