Miércoles de Ceniza
.../Qui la cendra volgué prendre/i el seu cap sentí marcat/trobarà com ella engendra/pensaments d’eternitat/...
Josep Cárner huye de la mirada lúgubre del Miércoles de Ceniza, la llama “cendra de la pietat”, “cendra pàl•lida i divina/llavor santa que germina/en el seny humilitat” (ceniza de Piedad, ceniza pálida y divina, semilla santa que germina, en el buen juicio humildad). Lejos de las voces que llenan de nubes grises el tiempo que en este día comienza: la Cuaresma. Un tiempo donde se nos invita a la introspección, al reconocimiento delante de la debilidad, personal y colectiva: “Recuerda que eres polvo y en polvo te convertirás” Gn 3,19, con una invitación a la conversión, Mc 1,15: “… Convertiros y creed”. Una ceniza símbolo de un pasado que, convertido en polvo, es capaz de construir un futuro de acuerdo con la Buena Nueva evangélica, valga la redundancia (esta ceniza proviene de la quema de las palmas del Domingo de Ramos del año anterior mezclada con agua bendita y aceite de crisma). Se inicia para los cristianos, un tiempo para deshacerse de todo lo que nos estorba para simpatizar efectivamente con la invitación litúrgica de este día, reconociendo la propia fragilidad y mortalidad: Qohèlet encaja en la significación de estos días, hay un tiempo para cada cosa. Es una fecha variable en el calendario pero la temporalidad siempre es la misma, cuarenta días hasta la Vigilia de Pascua: rememorando la retirada de Jesús al desierto según Mt 4,1ss.
Los antecedentes de la ceniza se encuentran en la tradición judía como señal de arrepentimiento, de dolor, de duelo. Las referencias en los libros bíblicos son múltiples. Por poner dos ejemplos: Jo 3,6, el rey de Nínive se sienta en la ceniza como gesto de arrepentimiento y súplica de misericordia; 2Sm 13,19, Tamar, “... se puso ceniza en la cabeza... gritando”, manifestando la intensidad de su dolor con el signo físico de la ceniza y el signo vital del grito. Dos significaciones para la ceniza: en el primer caso alude a la conversión; en el segundo caso, es la personalización (Tamar) del grito, del lamento, de la humanidad por el abuso, la injusticia, la indefensión. Recurrente a lo largo de la historia.
Alguna cosa se ha de quemar y reducir a ceniza para dar paso a la novedad de la Pascua para que sea real. Individual y colectivamente. Simbólica y efectivamente. “Arrepiéntete y cree en el Evangelio”, dice el celebrante. Es decir: quema, reduce a ceniza, alguna cosa que te molesta para ver con los ojos de Cuaresma. Como el rey de Nínive, ¡ cuánto quemó! Como Tamar, víctima humillada, silenciada; su grito se apareja con el reclamo profético por la justicia. La ceniza de este miércoles es la imagen viva del dolor, del arrepentimiento, de la revuelta, de la decisión. Alguna cosa se ha, hemos, de quemar y reducir a ceniza para que la Pascua no sea un espejismo.