El legado del papa Francisco: la esperanza
El mundo se despide del papa Francisco, tras casi doce años de pontificado. Los profesores del ISCREB Jaume Flaquer y Manu Andueza, a través del blog de Cristianisme i Justícia, han querido rendir homenaje a un papa que ha marcado una época. Flaquer sintetiza su magisterio en quince conceptos clave, como la misericordia, la ecología integral, la fraternidad y la Iglesia en salida, mientras que Andueza ofrece un testimonio emocionado de su impacto personal y comunitario.
Flaquer destaca cómo Francisco llevó a la Iglesia a mirar hacia las periferias existenciales, descentrándola del poder y recordando que el confesionario no podía ser una sala de tortura. Conceptos como el "hospital de campaña", el "pastor con olor a oveja" o la lucha contra el clericalismo guiaron una reforma profunda, no solo de la estructura eclesial, sino sobre todo de su espíritu. Francisco, según Flaquer, confió en los procesos y puso la misericordia y la esperanza en el centro de su mensaje.
Andueza, por su parte, recuerda la elección del papa como una sorpresa y un regalo inesperado. Desde el primer gesto de vivir en Santa Marta hasta los viajes simbólicos a Lampedusa o a lugares de sufrimiento, Francisco tejió una Iglesia cercana, fraterna y misionera. Andueza destaca cómo el Papa supo construir un "concierto armonioso" entre sus viajes, escritos y gestos, siempre orientados a reforzar la dignidad humana y a promover la paz.
Ambos autores coinciden en subrayar el compromiso de Francisco con los más vulnerables y su lucha contra la "cultura del descarte". Su sueño de una fraternidad universal quedó recogido en documentos clave como Fratelli tutti y el Documento de la Fraternidad firmado con el Gran Imán de al-Azhar. Francisco fue un hombre de diálogo, que supo acoger tanto a creyentes como a no creyentes, mostrando que la fe se encarna en gestos cotidianos de misericordia y justicia.
El pontificado de Francisco deja también retos abiertos: reformas pendientes, resistencias internas y la necesidad de una conversión pastoral continua. Pero, tal como recuerda Andueza, su huella es imborrable: una Iglesia más abierta, más humilde y más comprometida con el mundo. Y sobre todo, el recuerdo de un Papa que, a través de su sonrisa y de su esperanza persistente, invitó a vivir la fe con alegría y responsabilidad.