Conferencias

Pensar narrativamente

Año:
2019
Autor/a:
Dr. Francesc-Xavier Marín Torner

Cada año, en el tercer jueves de noviembre se celebra el Día Mundial de la Filosofía, una jornada dedicada a reflexionar sobre los grandes problemas de la humanidad y a destacar la importancia de la filosofía en nuestra vida cotidiana. Este día, proclamado oficialmente por la UNESCO en 2005, busca promover una cultura global de debate filosófico que respete la dignidad humana y fomente el diálogo entre culturas y generaciones.

El propósito es ambicioso: estimular el análisis crítico, la investigación y el debate sobre los desafíos contemporáneos; subrayar la relevancia de la filosofía en la educación de las futuras generaciones y sensibilizar a la opinión pública sobre la importancia de utilizar el pensamiento filosófico de manera crítica en la toma de decisiones.

Hace ya un lustro, en el marco del Día Mundial de la Filosofía, el Dr. Francesc-Xavier Marín impartió una conferencia sobre cómo la mitología y la simbología configuran el pensamiento narrativo. A partir de la célebre frase de Sócrates, «Una vida no examinada no merece ser vivida», el doctor Marín nos invitó a reflexionar sobre el papel de los símbolos en la búsqueda de sentido y en la comunicación humana.

La filosofía de Sócrates, que marcó un antes y un después en la historia del pensamiento, impulsa a explorar preguntas fundamentales sobre el bien, la justicia y el amor. Pero, ¿cómo conectan estas ideas con nuestra realidad cotidiana? Según el Dr. Marín, los símbolos ofrecen una clave: no solo ayudan a comprender, sino que también permiten interpretar y compartir nuestra experiencia en comunidad.

De la sospecha al reconocimiento del símbolo

Durante gran parte del siglo XX, el símbolo fue visto con recelo. La modernidad privilegiaba la razón conceptual, relegando lo simbólico al ámbito de lo irracional o primitivo. Sin embargo, pensadores como Paul Ricoeur y Raimon Panikkar reivindicaron su capacidad para trascender la lógica dialéctica.

Ricoeur, con su célebre frase «el símbolo da que pensar», nos llevó más allá del signo informativo para señalar que el símbolo no solo designa, sino que abre un horizonte de interpretación. Por su parte, Panikkar invitó a superar la concepción confrontativa del lenguaje y apeló a una lógica dialógica donde, incluso en la discrepancia, el diálogo sigue siendo posible.

El símbolo como tejido social

El verdadero potencial del símbolo radica en su capacidad para construir comunidad. Mientras el signo es un puente entre la realidad y su representación, el símbolo crea un espacio relacional donde se establece una alianza entre los participantes. No se trata solo de vincular el yo con el mundo, sino de articular un nosotros.

Este enfoque tiene profundas implicaciones en un mundo marcado por la polarización y la incomunicación. Como señaló el Dr. Marín, los símbolos no solo conectan con significados profundos, sino que también ayudan a trazar vínculos sociales. En este sentido, pasan de ser el símbolo «de algo» a convertirse en el símbolo «entre nosotros».

Una apuesta por la profundidad

En tiempos en los que la velocidad y la superficialidad dominan, la reflexión sobre los símbolos emerge como una invitación a la profundidad. Nos recuerdan que la comunicación no se reduce a la transmisión de información, sino que involucra interpretación, empatía y el deseo de construir algo en común.

Al final de la conferencia, el Dr. Marín dejó una pregunta abierta: ¿cómo podemos recuperar el lenguaje simbólico para dar sentido a nuestras vidas y fortalecer nuestras comunidades? Quizás sea esta una de las grandes tareas filosóficas de nuestro tiempo: redescubrir el valor de los símbolos como puentes entre la reflexión individual y la convivencia colectiva.

En palabras de Sócrates, examinar nuestra vida es una condición indispensable para vivirla plenamente. A través del símbolo, esta tarea puede transformarse no solo en un ejercicio personal, sino en un acto profundamente humano y social.