La Luz y las Tinieblas en el Evangelio de Juan: una interpretación psicológica y simbólica

Antoni Pou-Muntaner

La Guerra de Ucrania, y la confrontación de Occidente con Rusia, que ha vuelto a reavivar el discurso bélico, nos ha puesto en un escenario que ya creíamos superado. El fantasma de una posible guerra nuclear, aunque sea sólo para intimidar al contrario, vuelve a planear en el inconsciente colectivo. La película Oppenheimer (Christofer Nolan 2023) sobre el inventor de las bombas atómicas que arrasaron a Iroshima y Nagasaki a finales de la II Guerra Mundial, vuelve a poner sobre la mesa el debate ético de si era o no necesaria la utilización de esas armas de destrucción masiva, después de que Alemania ya había sido derrotada y la rendición japonesa no parecía muy lejana. Y por unos momentos nos damos cuenta de la capacidad destructiva del ser humano. C.G. Jung, el psiquiatra suizo fundador de lo que se ha dado en llamar psicología analítica, psicología de las profundidades, o psicología arquetipal, a pesar de ser de un país neutral, quedó profundamente marcado por los desastres de la II Guerra Mundial, y sus palabras al libro Respuesta a Job, vuelven a ser actuales:

Ahora todo depende del ser humano: tiene en sus manos un inmenso poder de destrucción,
y la cuestión es si podrá resistir el deseo de usarlo, o podrá atemperar su deseo con
el espíritu del amor y la sabiduría