La iconoclasia en la abstracción y el atonalismo. Schönberg y Kandinsky
El propósito de este trabajo ha sido señalar la relación entre las tradiciones iconoclastas, tanto judía como bizantina, y las obras de dos autores que pertenecen a éstas, cruciales para la comprensión del arte contemporáneo. Esto no quiere decir que no existan otros elementos que hayan acondicionado y fundamentado las obras de ambos, pero puede afirmarse que, en ambos casos, la tradición religiosa que los alimentaba supone un elemento necesario sin el que no sería posible la cimentación que plantean.
Sus obras, con pretensión de representar lo sagrado, se construyen mediante la vía apofática. En el caso de Kandinsky, la muerte de la figuración, lo sensible, que equivale a lo que Hegel llama la limpieza, la purificación de toda particularidad que queda sometida al espíritu subjetivo en el caso concreto del artista. La idea es la unidad absoluta de lo universal y singular, de la naturaleza divina y la humana, que sólo puede darse de manera dolorosa, sacrificando lo mundano, de manera redentora y mortificadora a favor de lo universal.
El proceso, para Schönberg, en el sentido de la dialéctica negativa de Adorno, es una búsqueda constante y estéril, que debe mostrar la imposibilidad en sí misma, desde la temporalidad. Este argumento y esta imposibilidad, están en relación a la tradición judía, a las que Schönberg apoya toda su obra Mosas und Aron, obra en la que mejor quedan representados.
Allí muestra la cuestión sobre la paradoja de la comunicabilidad-incomunicabilidad divina, no sólo a través de la temática, sino a través de sus elementos formales. El sistema dodecafónico, incluido en toda la relación interválica, da fe de lo que no puede escucharse, de la disonancia, de lo que no se compran, sin recurrir a la referencia a la tónica.