La duda de Tomas
Aunque su presencia en los evangelios sinópticos es prácticamente testimonial, en el evangelio joánico ocupa un lugar preferente, pero al parecer nada loable. En el imaginario de la piedad popular cristiana, aparte de Judas Iscariote, quizás nos resultaría difícil encontrar a otro personaje perteneciente a los Doce que haya despertado tantas antipatías. El porqué de todo esto, de este recelo, no es casual. Responde, según pretendemos apuntar a nuestra exposición, a una lectura sesgada de los textos donde aparece nuestro personaje, una forma muy determinada por parte de los Padres de la Iglesia de leerlos marcada por una estricta fidelidad a la literalidad y la consiguiente comprensión de lo que allí se narra como hechos empíricamente ciertos. Esto, evidentemente, no podemos imputarlo a una pretendida mala intención. Los Padres estaban determinados por su contexto cultural y éstos no les permitía hacer algo diferente al que hacían.
Se podría pensar que son cosas de épocas pretéritas que nada tienen que ver con lo que se hace en la actualidad. Nada más lejos de la realidad. En nuestra investigación nos ha sorprendido comprobar todavía hoy en día, menos excepciones muy concretas, como en la mayoría de los comentarios evangélicos que hemos consultado se mantiene esta resistencia a mantener perspectivas que, a nuestro juicio, no se adecuan a la mentalidad actual, postmoderna, y que parecen condenar a nuestro personaje a una incomprensión perpetua.