Danza Movimiento Terapia: el cuerpo como puente hacia el inconsciente
La conferencia «Cuerpo y movimiento simbólico: aportes de la psicología junguiana en el trabajo clínico de la Danza Movimiento Terapia», presentada por Yudit Méndez, exploró cómo la Danza Movimiento Terapia (DMT) une algunos conceptos de la psicología junguiana con el trabajo psico-corporal, posicionándose como una herramienta terapéutica que va más allá del tecnicismo de la danza y del entretenimiento. En España, esta disciplina cuenta con más de dos décadas de trayectoria; sin embargo, sus inicios se remontan a los años 40 y 50 en Estados Unidos y en Europa, donde surgieron pioneras que comenzaron a fusionar diferentes marcos teóricos, sobre todo del psicoanálisis, con el uso terapéutico del movimiento y la danza. Mary Whitehouse, gracias a su experiencia recibiendo psicoterapia, fue la primera que investigó y escribió sobre la unión de la psicología analítica de Carl Jung con la danza, y a su método le dio por nombre «Movimiento en profundidad» (más adelante, «Movimiento Auténtico»).
En la conferencia, se mencionó el temprano interés que manifestó Jung por los afectos como puente entre el cuerpo y la psique, hecho que lo llevó a observar cuidadosamente los fenómenos motores inconscientes de sus pacientes. Se explicó además que Jung mismo consideraba que, en su técnica «Imaginación activa», la danza y el movimiento corporal expresivo eran una de las numerosas vías de dar forma al inconsciente. Se expuso también como Jung observaba e incluso repetía los movimientos espontáneos y característicos de los pacientes más retraídos, como una vía para establecer empatía y conexión con ellos.
Inspirada en estas ideas, Mary Whitehouse incluyó en su método del Movimiento Auténtico varios conceptos junguianos, como la función trascendente de los opuestos y la imaginación activa en movimiento, y hacía que los participantes se movieran con los ojos cerrados, siguiendo impulsos internos, mientras un «testigo» —que posteriormente se convertiría en el terapeuta—, los acompañaba desde la observación. Juntos descifraban las asociaciones de las imágenes simbólicas, sensaciones físicas, ideas y emociones que aparecían en el proceso.
Se comentó también cómo la DMT se nutrió de tres pilares fundamentales en su constitución: el uso simbólico del movimiento desde el inicio de la humanidad; los aspectos creativos y de improvisación de la danza moderna; y las herramientas de observación y análisis psicológicos del movimiento sustentados en diferentes corrientes psicoterapéuticas, incluida la psicología analítica.
También se explicó que la DMT trabaja con la unidad mente-cuerpo-espíritu y con la relación interpersonal en un marco terapéutico, y permite trabajar con el cuerpo como vehículo de expresión emocional y exploración simbólica. Por ejemplo, técnicas como el mirroring, la empatía kinestésica y la sintonización emocional fomentan la conexión terapeuta-paciente mediante la réplica de movimientos y facilitan la comunicación verbal y no verbal, incluso en casos severos, donde es posible el lenguaje verbal.
Durante la sesión, Méndez nos propuso un ejercicio que Mary Whitehouse usaba para investigar el concepto junguiano de la función transcendente de los opuestos desde el cuerpo. Los participantes comentaron algunas de las asociaciones simbólicas que les vinieron con el movimiento de manos y brazos. Algunos asociaron la izquierda con la «delicadeza» y la derecha con la «fuerza» y salió a relucir un cuadro de Rembrandt. Es decir, conectaron con experiencias personales y con referencias culturales, evidenciando así cómo desde el movimiento se pueden rescatar imágenes simbólicas que se utilizan como metáforas dentro del proceso terapéutico.
Las diferencias entre la DMT y actividades como clases de baile son notables. Mientras que en la danza tradicional se priorizan la técnica y la estética, la DMT se enfoca en un proceso terapéutico íntimo, con sesiones de pocos participantes (1-8 personas) y terapeutas capacitados tanto en danza como en psicología. El objetivo no es aprender a bailar, sino facilitar la autoexploración, el autoconocimiento y la transformación personal.
El enfoque junguiano de la DMT se aplica a diversos colectivos y situaciones, como la terapia de pareja, donde los movimientos en dúo permiten explorar dinámicas de la relación. También se utiliza para integrar opuestos dentro de la personalidad y trabajar con imágenes arquetípicas. La conexión con el cuerpo, incluso en personas con movilidad reducida, incluye el trabajo con ritmos internos, respiración y estados emocionales, elementos fundamentales en el proceso terapéutico.
Además, Méndez destacó cómo el simbolismo en la danza ha estado presente en múltiples culturas y épocas, hecho que conecta la DMT con la historia y la mitología. Mencionó como las obras de Joseph Campbell ilustran el poder del movimiento en diferentes culturas para transmitir significados profundos y universales, una idea central en el trabajo de Jung y sus seguidores.
El cierre de la conferencia subrayó la importancia de integrar métodos expresivos en el ámbito terapéutico. La DMT, al ser una terapia que utiliza el movimiento y la palabra como un proceso para promover la integración emocional, cognitiva y física del individuo, permite usar el arte como un camino para lograr la transformación y el autoconocimiento.