Vicente Altaba participa de la tercera jornada presencial a Menorca
Padre Vicente, ¿Cómo definiría este documento del Papa Francisco «Evangelii gaudium»?
Lo dice el mismo Francisco: no es un documento doctrinal. Tampoco pretende ser un documento de doctrina social. Es un documento pastoral en el que el Papa nos propone las líneas de acción para toda la Iglesia en este momento concreto de la historia. Como él mismo dice, es un documento “programático”, es decir, que nos muestra lo que debe ser el programa de acción de todos en la Iglesia.
¿A quién va dirigido y se recomienda leer?
Va dirigido, como acabo de señalar, a toda la Iglesia. Todos, cualquiera que sea nuestro lugar o nuestro servicio en ella, estamos llamados a hacer de este documento nuestro programa de acción. Esto significa que se nos dirige a todos y que todos los cristianos debemos conocerlo, reflexionarlo y hacerlo praxis en nuestra vida personal, eclesial y social. También el Papa ofrece este programa a toda la humanidad como un camino de encuentro y de diálogo a favor del ser humano, de la justicia y de la paz social. Por eso, me atrevo a recomendar leerlo a todos aquellos que quieran conocer cuál es el programa del Papa Francisco y de toda la Iglesia.
¿Cuál ha sido la intención del Papa Francisco al escribir y regalarnos este documento?
Lo acabo de decir, pero si hace falta precisar más, diría que Francisco pretende colocar a toda la Iglesia en “estado de misión”, y en situación de, “profunda conversión” para recuperar y avivar el gozo de creer y anunciar el Evangelio de Jesús. Junto a esto, un aspecto especialmente relevante del documento es el acento que pone en la dimensión social de la evangelización y en el lugar privilegiado de los pobres en ella.
¿Podemos decir que Evagelii Gaudium es como una hoja de ruta, para llevar a cabo una buena Pastoral Diocesana?
Significa muchas cosas. Entre otras, que los pobres son los destinatarios privilegiados del Evangelio; que no hay evangelización verdadera sin compromiso con el desarrollo, la promoción y la liberación humana; que este compromiso no puede limitarse a una acción puramente asistencial; que hemos de dejarnos evangelizar por los pobres y situarnos en el lugar de los pobres; que no podemos ser cómplices de una economía que mata y excluye; que estamos en una cultura idólatra postrada a los pies del dinero y de los intereses financieros; que el lugar de la Iglesia está en las periferias sociales y existenciales, está con los descartados y desechados por esta cultura que confunde progreso con crecimiento económico y descuida la justicia, los derechos humanos y la política social y redistributiva. Y todo esto, con palabras del mismo Francisco, “para que las cosas no sigan como están”.