Tiempo de esperanza y de nuevos inicios
Agradecemos el año litúrgico que acaba y abrimos las manos al nuevo que empieza. ¡Es Adviento! Qué palabra más rara. Parece que no esté de moda. No se ve anunciada en ningún aparador o spot publicitario. Tampoco se oye por TV o por la Radio. Y qué quiere decir? Qué significa? El Adviento es un tiempo de esperanza y de nuevos inicios. Anuncia un gran regalo: JESÚS, nacido en Belén. Nos prepara para la celebración de esta gran noticia: Dios se ha hecho uno de nosotros en Jesús Cristo. Dios asume nuestra humanidad. Planta su tienda en medio nuestro. Acampa entre nosotros. Este es el gran misterio que celebramos en Navidad. Que no se nos escape de las manos.
Y, ¿cómo podemos hacer para prepararnos? Muy sencillo. Leer, meditar, rezar la Palabra de Dios. Que la Palabra gane nuestro corazón, renueve nuestra vida y nos acerque a servir a los pobres. Ojalá que la Palabra escrute los pensamientos de nuestro corazón (Hb 4,12). Hacemos de la Palabra, plegaria contemplativa y corazón de nuestra actividad.
Adviento, tiempo de esperanza y nuevos inicios para acoger a los pobres, ayudar a los otros, ser más compasivos y misericordiosos, crear
Un ambiente de paz, de escucha y dialogo en nuestras relaciones humanes: familia, Trabajo, amigos. Sí, haciéndonos un poco más humanos. Ah! Y recordemos una persona importante: MARIA. La mujer que hizo posible que todo esto se hiciera real. María, peregrina en la fe, por si Sí incondicional se convierte en matriz de nuevas relaciones: la de Dios con la humanidad, la del hombre con la mujer, la del hijo con la madre, etc.
“María del Evangelio viviente, dios de alegría para los pequeños, ruega por nosotros” (Papa Francisco).
¡BUEN ADVIENTO!