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Tesina: Teología, dicho de asombro y desafío

Moisés Sánchez

El discurso teológico es desafiante, asombroso y asombrado, pues hablar de lo más allá del contraste supone asomarse tanto a la necesidad del desafío como al asombro de que haya sido posible tal necesidad. Para hacernos una idea de ello es necesario que nos situemos en el ámbito donde el asombro y el desafío pueden darse: el ámbito del contraste. 

La primera parte de este trabajo describe el contraste como el modo en que la realidad espacial y temporal se nos da y podemos decirla. Así como no podemos percibir el movimiento como tal si no es en referencia a un punto fijo, es decir, sin estar vinculado de algún modo a aquello que no es, cada elemento de la realidad espacio-temporal adquiere su concreción en contraste con el fondo que no es ese elemento. Ahora bien, el contraste no consiste únicamente en el aparecer de cada elemento en su concreción distintiva, sino que también es generador de tensión, puesto que nosotros mismos nos hacemos en el contraste: el "sí" a nuestro yo futuro es un constante "no" al yo presente, aunque imposible sin este. La acción entra así en escena, mostrando la importancia de las cuestiones de la ética y del sentido en el ámbito del contraste. ¿Pero podemos asegurar que el bien perseguido por la mejor de las acciones jamás causará mal? ¿Acaso nuestros esfuerzos no están condenados a finalizar con la victoria del segundo elemento del par de contraste vida/muerte?

La Pureza, a la que apunta la segunda parte del trabajo, aparece como respuesta a esas cuestiones: un Bien puro, previo a las intenciones y al contraste con el mal, como alimento de acciones que desafían al peso de la tensión del par vida/muerte. 

Teología como discurso del desafío fundamentado en la Pureza, pero también del asombro -descrito en las conclusiones- que debería producirnos el hecho de que el Sí puro de Dios, el Sí del inexpresable "antes" de los contrastes, haya creado para ellos tiempo y lugar.