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Muerte de los inocentes (Mt 2,16-18)

El relato de la matanza de los inocentes refleja la crueldad que acompañó Herodes durante su vida. Por ejemplo, ordenó matar algunos de sus hijos porque tenía miedo de que le usurparan su trono. El hecho de que Flavio José no mencione la matanza de niños en Belén ordenada por Herodes y que no tengamos más fuentes que lo corroboren, hace que no podamos saber la historicidad del relato. Aun así, y creo que de manera acertada y sensata, en los últimos cien años de estudios bíblicos y teológicos se ha hecho hincapié en la teología y en la vertiente catequética de los relatos, sin olvidar el contexto histórico y las referencias históricas que puedan haber.

Mateo quiere dejarnos claro que las autoridades judías rechazan a Jesús de Nazaret desde su nacimiento. Rechazo que persiste hasta su pasión. No es casual que en Mateo 2,13 Herodes quiera «matar» Jesús y que en Mateo 27,20 se use el mismo verbo (ἀπόλλυμι), cuando los grandes sacerdotes y los notables vuelen a querer «matar» Jesús. Como casi siempre sucede, hay que leer otros episodios de la Biblia para encontrar el significado de un texto concreto. En la narración de la muerte de los inocentes resuena el relato del faraón cuando dio la orden de matar la os niños hebreos que acababan de nacer (Éxodo 1,16) por miedo a que el pueblo hebreo creciera y fuera numeroso, por lo que nos dice el contexto global del libro del Éxodo, para que Moisés no sobreviviera. También se puede relacionar con el exilio de Asiria (722 a. C.), cuando en el versículo 18 se dice que se escuchan los llantos de Raquel (Jeremías 31,15), que fue enterrada cerca de Belén (Génesis 35,19 y 48,7), por la caída del reino del norte y la consecuente cautividad a Asiria. Según los especialistas también se podría referir al exilio de Babilonia (Jeremías 40,1). Todos estos relatos hacen referencia a actuaciones injustas  de los hombres contra otros hombres, que son enmendadas por la intervención del Señor.

Por desgracia, hoy la crueldad de hombres contra otros hombres inocentes continúa. Dolor e injusticia que tienen como origen el anhelo de una minoría de tener más y ser más. Muertes de inocentes en las pateras y a las vallas que marcan fronteras. Hombres, mujeres y, sobre todo, niños en condiciones deplorables en campos de refugiados. Multitudes de inocentes que mueren de hambre. Y cada vez es mayor el número de marginados que no tienen lo mínimo para vivir dignamente en nuestras ciudades. Aun así, perseveramos en la esperanza y en la confianza en el Señor. Dios intercedió por el pueblo de Israel ante los poderosos imperios de Egipto y de Asiria o Babilonia. También actuó a favor de Jesús, su Hijo, y paró los planes de Herodes. Dios protege a los pobres, a los débiles, a los perseguidos... El plan salvífico y universal de Dios continúa, no se para a pesar de los obstáculos que ponemos los hombres.

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