Josep Otón: 'La espiritualidad es un elemento intrínseco de la condición humana'
Hoy en día, ¿hay sed de espiritualidad en Occidente? ¿O quizá deberíamos hablar de indiferencia? Debemos ser conscientes de una obviedad: el mundo es muy grande y hay gente para todo. Es cierto que se detecta un renovado interés por la espiritualidad, pero también se mantiene la indiferencia religiosa. Además, personas de vida de oración han derivado hacia la increencia; y, a la inversa, antiguos agnósticos se sienten atraídos por la meditación. Occidente es complejo y la realidad religiosa actual, también.
¿Tiene algo que decir el cristianismo a la hora de saciar esta sed? El cristianismo es una tradición milenaria y ha acumulado una gran experiencia espiritual. Se han mezclado errores y aciertos, pero esta trayectoria histórica le ha aportado un bagaje de sabiduría que no puede subestimarse. El cristianismo tiene mucho que decir en el actual contexto religioso.
¿Por qué se continúa hoy recurriendo a las religiones orientales? Es lógico sentir fascinación por Oriente. Encontramos tradiciones que han trabajado la interioridad de forma intensa durante siglos. Tienen mucho que aportar a los ciudadanos de Occidente, demasiado inmersos en la sociedad del beneficio. Ahora bien, este contacto tan provechoso con Oriente no debe conducirnos a un desarraigo, a romper con lo que es valioso de nuestra tradición, deslumbrados por el exotismo de ciertas modas que, disfrazadas de orientalismo, provienen de hecho del Occidente norteamericano. Además, muchos valores del Occidente cristiano harían mucho bien a las sociedades de Oriente.
En un mundo cada vez más tecnologizado, ¿hay espacio para la interiorización? Precisamente por la preeminencia de la tecnología hay que recuperar el valor de la interioridad, del silencio, de la serenidad, de la reflexión, del cuidado de uno mismo. Es el contrapeso necesario para equilibrar a un ser humano desbordado por las nuevas posibilidades a su alcance. Se necesitan personalidades maduras y serenas para gestionar los recursos que nos proporciona la tecnología. De lo contrario, seremos aprendices de brujo en el laboratorio de la ciencia.
Usted es profesor de secundaria y trabaja con jóvenes. ¿Hay fórmulas para profundizar la vivencia espiritual de una juventud demasiado acostumbrada a vivir en la superficie? Sé por experiencia, a pesar de lo que se dice, que los jóvenes de hoy son como los de siempre. Por descontado, muchos se conforman con la superficialidad —y los adultos tampoco les ayudan demasiado a profundizar—, pero también hay muchos jóvenes comprometidos, insatisfechos con el mundo y dispuestos a cambiarlo. Continúan haciéndose las preguntas que se hacían las generaciones anteriores. Y, como siempre ha pasado, desconfían de las respuestas simples que les damos los adultos para hacer creer que nosotros sabemos más.
¿Qué papel ha tenido la espiritualidad en su vida? La espiritualidad ha sido un factor fundamental en mi vida. Me ha iluminado en momentos de crisis, me ha dado esperanza en medio de las dificultades y fuerza para seguir adelante. Tener la convicción de que Alguien siempre está conmigo, a pesar de que no siempre sea consciente de ello, me ayuda a afrontar con coraje los retos de la vida. Yo no sería yo mismo sin esta dimensión.
Escribe a menudo sobre espiritualidad. Es un tema que aparece de manera transversal casi en todas sus obras. ¿Por qué? No soy un escritor académico o erudito. Escribir forma parte de mi vida espiritual. Todos mis libros son el resultado de un proceso personal, de un viaje interior. Poner por escrito lo que he encontrado ha sido una necesidad.
Un mundo sin espiritualidad ¿es necesariamente un mundo menos humano? ¿Podemos entender al ser humano sin la poesía, la música o la ciencia? Tampoco entiendo a un ser humano sin algún tipo de búsqueda espiritual. Ahora bien, también debemos estar alerta ante espiritualidades deshumanizadoras porque promueven un narcisismo inmaduro o bien la sumisión alienante a una alteridad tiránica. A mi entender, la espiritualidad es un elemento intrínseco de la condición humana que nos espolea a avanzar en la aventura de descubrir el sentido profundo de la existencia.