Jesús en las religiones como elemento para el diálogo interreligioso
Si Dios es Uno, ¿por qué existen diferente religiones? Si sólo una de ellas es verdadera, ¿cómo es que todas pueden reivindicar simultáneamente esta exclusividad? Si todas ellas son caminos para llegar a Dios, ¿cómo es que no es posible una aproximación religiosa única al misterio? Si, para los cristianos, Jesús es el único Salvador universal, ¿cómo es que las religiones no pueden creer en él? Si el Espíritu de Jesús suscita actores dentro y fuera de la Iglesia que desposeen al mal de su dominio, ¿qué necesidad existe de su mediación humana? Si la Iglesia no es la única sede del Espíritu, ¿en qué se basa para decir que ha recibido la plenitud de los medios de salvación? Si las otras religiones son canales de salvación, ¿qué relación existe entre ellas y con la Iglesia? Si el vínculo entre las religiones está oculto, ¿cómo se podrá acceder a la totalidad? Si la historia prosigue, después de Jesús, con el curso ambiguo, ¿en qué consiste su obra salvadora?
Estas son las cuestiones que laten a lo largo de las páginas de este trabajo y en las que se intenta dar respuesta. Para abordarlas, partimos de una premisa: si Jesús se ha convertido en motivo de división entre las religiones, el diálogo interreligioso no puede limitarse a buscar lo que es compartido entre ellas, sino que ha de considerar, también, aquello que las separa. Por este motivo, el trabajo dedica su primer capítulo a presentar la figura de Jesús a partir de los predicados con los que sus seguidores han confesado su unicidad. A continuación, se hunde en cada una de las principales religiones (judaísmo, islam, hinduismo y budismo) para tratar de comprender los motivos por los cuales estas no pueden creer en ella.
El trabajo aporta elementos que permiten comprender la historia de las religiones como obra del Espíritu que, a pesar de la limitación de las concepciones filosóficas con las que se expresan, sostiene la defensa de la vida y la lucha contra el mal, abre paso definitivo a una nueva vida. El capítulo de conclusiones muestra cómo, a la vista de la persistencia de la división religiosa, la Iglesia ha tenido que repensar su papel de medio de salvación, poniendo en contacto el centro de su misión con la acogida de las otras religiones. La teología de fragmentos de Christian Duqoc y su metáfora de la sinfonía diferida aportan puntos clave de interpretación a un problema no resuelto de la unidad religiosa.