Diploma de especialidad universitaria

El sentido de la vida en Homero: una mirada a La Odisea

17 de desembre 2018
Lucia Montobbio

Dentro del ciclo de conferencias sobre mitología, que coinciden con los encuentros presenciales del Instituto Superior de Ciencias de la Religión de Barcelona (ISCREB), y presentan el Diploma de Mitología y Simbolismo, el doctor Antoni Bosch-Veciana habla sobre «El sentido de la vida en Homero».

Antoni Pou da la bienvenida y recuerda: «Los seres humanos, desde el comienzo del tiempo, han intentado expresar y comprender la naturaleza humana con mitos, cuentos, fábulas y narraciones. Por eso el estudio de la mitología nos sirve de guía ante los retos y los conflictos de la familia, la infancia, las promesas y los problemas del amor, la ambición, la conciencia de la propia mortalidad. En los mitos descubrimos que el verdadero autoconocimiento aparece si somos capaces de enfrentarnos a los desafíos vitales con coraje y fortaleza; que la belleza, los talentos, el poder y la riqueza, sin sabiduría, llevan sus propias formas de sufrimiento. Nos muestran como en las crisis, la oscuridad, la soledad, el fracaso o la pérdida, podemos encontrar rendijas de sentido. Escuchando, leyendo y estudiando los mitos incorporamos a nuestra personalidad la sabiduría de nuestros antepasados. Los mitos son alimento para nuestra alma.»

Es en este marco en el que Antoni Bosch-Veciana explica que ya en los primeros textos de la literatura occidental -los textos homéricos- encontramos una preocupación marcada por dotar de sentido la vida cotidiana. El texto de La Odisea representa un ensayo de ello, haciendo que el propio Ulises deba responder a la pregunta que, a buen seguro en Occidente, atraviesa todos los espacios y todos los tiempos: la pregunta por el sentido de la vida. Y precisamente será en la respuesta que se le dé donde veremos la relación de fondo con las preocupaciones filosóficas que también los pensadores griegos tenían sobre la manera de vivir. La manera de vivir está tocada efectivamente por el deseo de responder al sentido de la vida. El texto homérico de La Odisea está conducido por la respuesta a esta pregunta. Los lenguajes míticos no rehuyen, sino que se plantean de una manera central, cuestiones que podríamos formular como propias de la filosofía, es decir, de los lenguajes más racionales.

La Odisea no sólo es un viaje geográfico, también es un viaje filosófico donde se busca el sentido de la vida. De la vida mala (nefasta) a la vida buena (feliz). La pregunta sobre el sentido de la vida llega a Ulises en medio de una vida de males. «¿Qué sentido tiene la vida para el hombre que vive en medio de males?», «¿es posible una vida buena para un mortal?»

Ulises se va haciendo estas preguntas y se las responde durante el viaje. Un viaje que pasa del caos a la armonía, de la guerra a la paz, del exilio al regreso a casa, del odio al amor. Hace camino, él solo.

Al principio no tiene respuestas, pero en el viaje de retorno las encontrará. El profesor explica: «Cuando Ulises se encuentra en Troya, al final de la guerra, no tiene ni idea de la respuesta que debe darse a la pregunta por el sentido de la vida, tendrá que pasar por todas las aventuras de su viaje para entenderlo. Durante su travesía, Poseidón, el dios del mar, padre de Polifemo, el cíclope, se vengará de Ulises y tratará de que no pueda volver a su casa, que no pueda encontrar una vida buena, intentará que desconozca el sentido de la vida. Por eso Poseidón pone dos obstáculos fundamentales a Ulises: el riesgo de la muerte y el riesgo del olvido.»

Antoni Bosch-Veciana considera el texto de La Odisea como el primer texto filosófico, precisamente por preguntarse por el sentido de la vida, a pesar de que la obra se mueva en el lenguaje simbólico.

Ulises desde el principio es descrito como un hombre que tiene metis, astucia, sabiduría. Incluso podríamos decir que no sólo tiene astucia, sino que a lo largo de la Odisea se muestra siempre astuto. Saldrá adelante ante el riesgo de la muerte y el riesgo del olvido.

Por un lado, el riesgo de la muerte. Para los griegos la muerte es la pérdida de la identidad, la despersonalización, el olvido… En el Hades, el lugar de los muertos, aparecen todos sin cara, sin nombre, sin voz, es decir, sin identidad. Por otra parte, tiene como fundamental el riesgo del olvido. En todos los obstáculos que Ulises se va encontrando en el viaje se enfrenta siempre con el peligro del olvido: que olvide a Penélope, su esposa, a su hijo, Telémaco, y hasta que olvide su casa, su hogar. Y si perdiera la memoria perdería la identidad. Ulises se enfrenta al olvido de su propósito, del sentido de su viaje, de llegar a Ítaca… Ejemplo de ello serán personajes como los lotófagos, los que pierden su memoria si comen la flor de loto, las sirenas que hipnotizan, Circe, Calipso.

El episodio de Calipso es del todo importante. Porque Calipso es ‘la que esconde’, como su nombre significa. Calipso le quiere esconder a Ulises el sentido de su viaje: volver a Ítaca y permanecer en casa con Penélope. Ítaca y Penélope. Hermes, enviado por Zeus, manda a Calipso que permita a Ulises ir a su casa, que no lo retenga más. Ante esta decisión de Zeus, Calipso, a fin de que Ulises se quede con ella para siempre, le propone hacerlo inmortal y permanentemente joven. La inmortalidad era un don excelso para un griego, y para cualquiera, sobre todo si, además, contiene la promesa de perpetua juventud. La tentación de Calipso a Ulises era una tentación muy potente.

Ulises rechaza el ofrecimiento tentador de Calipso. Tras pensarlo, Ulises aceptará su carácter mortal, y con ello mostrará una decisión firme, inalterable, por volver con Penélope y permanecer en su casa. La decisión fundamental de Ulises es, pues, esta: aceptar su mortalidad a pesar de la finitud de la vida. Todo el sentido de la vida de Ulises radica en la aceptación de su mortalidad. Y acepta que una vida humana, a pesar de su carácter mortal, es digna de ser vivida y tiene sentido. Es decir, una vida buena es posible que sea vivida por un mortal. Más aún: es en la aceptación de la mortalidad donde el ser humano puede encontrar el sentido de la vida.

Ulises sabe que el sentido de la vida no radica ni en la inmortalidad ni en la eternidad. El hombre es hombre, no es Dios, y no lo debe ser. La sabiduría de Ulises es esta: la vida tiene sentido, a pesar de que muramos.

Dicho esto, la sabiduría de Ulises es buscar cómo moverse en la aceptación de este carácter mortal de la vida. Ello implica vencer el miedo, habitar el presente, encontrar el propio lugar en el mundo (para Ulises es su casa). Y por estos tres puntos pasa, en realidad, la matriz de toda historia de la filosofía; por eso podríamos hablar de Ulises como el primer filósofo griego.